Monday, February 28, 2005

el último día de febrero

Es el último día de febrero, acabo de colgar contigo y será memorable porque ésta es la primera vez que me toca padecer la sensación de perder un amor no consumado, una sensación extraña por cierto, pues en teoría no hay olores, sabores, texturas o imágenes que recordar. Nada y todo pasó. En un abrir y cerrar de ojos el amor en términos de Platón, se convertirá en un pasional recuerdo… No he tocado tu piel, no conozco tus olores, no hemos despertado juntos, no hemos trazado nada, vamos, ni siquiera te he besado cuanto y como hubiera querido y ya me dueles como si te hubiera amado toda mi vida…
Lo sabía, me acerqué demasiado al sol y mis alas se quemaron y caí.
Y me cuesta trabajo entender, y me cuesta otro tanto resignarme. Muy en el fondo no lo hago y supongo que guardaré por un tiempo ese lugar que he decidido, te pertenece. Los idealistas han perdido vigencia, parece que en estos tiempos ya no se puede vivir de sueños, de planes, no podemos comer sólo amor y pasión, triste pero aparentemente cierto. ¿Dónde quedó la poesía?, ¿hacia donde se fue el romanticismo? ¿será otra consecuencia de la globalización? ¿Será por eso que ¡Oh! ¿Alguien vio caer un veinte? Ok, yo si, pero ya lo barrí, lo recogí y lo tiré… no puedo contra mi naturaleza visceral, y me resisto a ir contra mis principios.
Quisiera poder decirte que soy el más feliz del mundo porque te casas y porque empiezas una nueva vida junto a alguien, pero seamos coherentes, no creo poder decirlo si no es a regañadientes.
Hoy es un día de esos que apesta; en los que deseo no haber despertado, sin embargo, si tan sólo me pongo a recordar los escasos minutos que hemos compartido juntos, esbozo una leve sonrisa… que en segundos se transforma en placentera y si cierro mis ojos y te evoco por un instante, el dolor se mitiga, se anula, se reduce exponencialmente a cero.
Y con todo esto lo único que quiero decirte es gracias… por hacerme soñar, volar, y construir castillos de arena, por hacer de las pocas llamadas, un encuentro espiritual de paz y armonía… por estimularme por tanto tiempo, aunque tu sin saberlo.
Gracias por aparecer, por deslumbrarme con tu mirada, por ensordecerme de gusto con tu maravillosa voz, por hacer latir mi corazón a tu ritmo… vamos, por hacerme sentir vivo otra vez.
Nunca estuve tan seguro de algo, como lo que siento por ti. Quizá no es el momento, o quizá nunca lo sea, sólo el tiempo nos dirá que así debió ser. Yo me quedo con esta lección bien aprendida, y tu, vas al encuentro de una nueva vida… ¿lo ves? aunque no lo parezca, ambos salimos ganando… así es que hagamos nuestra vida pensando en que valió la pena todo esto.
Abriste una puerta, y tú tienes la llave, guárdala cerca de tu corazón. Si algún día quieres encontrar refugio, ten la seguridad de que al llegar, la chapa seguirá siendo la misma esperando por ti.
Te quiero infinitamente…